Los jugadores de Japón y Corea no podían quedarse a un lado y permitir que el invasor simplemente penetre su territorio. Ese hombre fue quien les había robado tu Territorio Fronterizo. El mismo que les había causado una gran verguenza. Sólo bastaba echarle una mirada, incluso se había atrevido amostrarles el dedo frente a todo el mundo. ¿Cómo podían permanecer tranquilos cuando 1.000 jugadores estaban siendo superados por uno hombre y un jefe?
Eventualmente, la rabia superó a su sentido común y se lanzaron a la pelea. Lastimosamente, su rabia fue inmediatamente contrarrestada por el
—¡No se apresuren, imbéciles! ¡Nos está provocando!