Guau… Tanto rebote… Era… Hipnotizante…
En verdad que sí, era algo hipnotizante para ver.
Sin embargo, siempre hay un límite para todo. Cuando algo se vuelve excesivamente grande, pierde su atractivo y se convierte en una película de terror.
Con los golpes continuos de Zhang Yang, los pechos hinchados de Fénix del Crepúsculo podían causar envidia en el 99% de las mujeres y una necesidad profunda de enterrar su cabeza en medio de esos dos montes al 100% de los hombres. El problema era que, cuando sus pechos se hincharon aún más, se volvieron tan grandes que comenzaron a caerse.
—¡Nunca te perdonaré, Zhan Yu!
Fénix del Crepúsculo, literalmente, tenía lágrimas corriendo por su hermoso rostro. Había abandonado sus dagas y ya no parecía querer seguir luchando. Esa tremenda sesión de tortura le había dejado una marca mental.
¡Pium!