—Felice, ¿cómo te sientes ahora? ¿Estás bien?
Después de invocar a Felice, la pequeña señorita, desde su inventario de Compañeros de Batalla, Zhang Yang le habló con genuina preocupación.
Felice sacudió la cabeza y dijo:
—¡No pasa nada, hermano mayor!
Zhang Yang no pudo evitar irritarse un poco. La chica parecía consumir alguna especia de esteroide celestial por la forma en que había atacado con todo al dragón negro. Así que, hablando lógicamente, debería tener algún efecto secundario a causa de ese tipo de ataque intenso. Los antiguos maestros de Kung-Fu que habían desatado todas sus Súper Habilidades para aplastar a sus mayores enemigos, de hecho, perdían unos 10 años de vida al hacerlo. ¿Y esta pequeña se había recuperado sólo con una siesta? ¿Después de todo lo que había pasado? Eso no tenía ningún sentido.
¿Qué demonios? El dragón debió haber muerto con los ojos abiertos.
