Su fuerza se manifestaba claramente ante cada orco presente, por lo que le abrieron paso sumisamente. Eso es lo que el poder puede hacer en una sociedad ortodoxa. Ni política, ni dinero, solo puños de furia. Quienquiera que empuñara el mazo más grande sería tratado con el máximo respeto. Como dice el refrán, los fuertes se aprovechan de los débiles.
Zhang Yang se aventuró en la sección más profunda de la guarida de los orcos.