Roxburgh, el Augur de la Guerra, gritó como el trueno y levantó su martillo. Después cargó a Zhang Yang con el martillo en alto.
—¡Mierda, insolente! ¿¡Cómo te atreves a tocarme!? La deidad de los sirvientes divinos no será ofendida. Los intrusos deben eliminarse inmediatamente —dijo Roxburgh.
Él llegó hasta Zhang Yang en un par de pasos, levantó el pesado martillo y lo bajó con fuerza bruta.
¡Boom!
A pesar de que Zhang Yang ya había levantado su escudo y bloqueado el ataque del jefe, la fuerza del jefe era demasiada. El golpe hizo que Zhang Yang retroceda siete u ocho pasos antes de que Zhang Yang pueda recuperar el equilibrio y pararse firmemente. Él podía sentir sus piernas adormecidas, parecía que no podía caminar en este momento.
—Jajaja, ¿con la poca fuerza que tienes te atreves a molestarme? ¡Realmente osado! —dijo Roxburgh mientras volvía a levantar el martillo y con un rápido movimiento lo golpeaba contra Zhang Yang de nuevo.