Zhang Yang le dio al jefe un sólo intento. Como no podía batallar desde la montura de su oso en un ambiente interior, la cantidad máxima de curación de
Los ataques físicos del jefe no eran nada que temer, sin embargo, Zhang Yang no tenía forma de continuar la lucha sin un Sacerdote o un Caballero Sagrado que lo apoyara con
Justo cuando estaba a punto de ponerse en contacto con Han Ying Xue para unirse a su partida, sintió un repentino empujón en el hombro de su cuerpo físico y la voz de el Gordo Han se escuchó en su oído: —¡Ooi!¡ Hola! ¡Hora de cenar, tú!