—¡Coman, coman! —dijo Zhou Kang Ming, intentando aliviar la atmósfera.
Burlarse de Zhang Yang era una acción obligatoria, sin embargo, debía cumplirse con moderación. Si fuese demasiado…
Los dos, Zhang Yang y el Gordo Han, eran los adictos a la pelea con quienes los maestros no se atrevían a meterse. Ahora mismo, Zhou Kang Ming sentía que su bienestar era mucho más valioso. No valía la pena recibir un golpe por eso.
En medio de todo eso, la atmósfera en la mesa se había vuelto fría e incómoda. Además del sonido de los cubiertos y los comensales masticando, nadie se molestaba en decir nada.
—Diría que los más exitosos de nuestra clase son Zhao Kang Ming y Han Guang, ¿cierto? —dijo, de repente Liu Qi Ming. Como estaban sentados juntos, Liu Qi Ming decidió iniciar una conversación al ver que nadie hacía más que devorar maquinalmente la comida.