—Cazadores, quédense atrás mientras puedan atacar a los monstruos con su
Como enferma por las peleas, Llovizna no se sentía muy cómoda cuando le decían que no debía atacar.
—Está bien, atraeré a los monstruos. Quiero que ustedes los ataquen cuando se acerquen a la entrada. Mantengan el aggro —agregó Zhang Yang.
—Entendido —todos asintieron.
—Ahí voy. Nievecilla, dame un
—Goong —Nievecilla movió sus manos y un escudo transparente apareció sobre el cuerpo de Zhang Yang.
—Ja ¡Pequeño Yang! La "protección" que estás usando es muy fuerte, jajaja —dijo el Gordo Han.