—No, —contestó Su Yu débilmente antes de agregar: —No hasta el día que muera.
Al oír eso, Huo Mian se quedó en silencio
—Huo Mian, no me pidas que te olvide, no quiero hacer eso. No quiero olvidarte, no importa qué pase. Tu presencia en mi vida es un regalo de Dios así que por favor, no me quites eso.
La última vez, cuando Huo Mian le extrajo la bala del pecho a Qin Chu, ella había entrado al quirófano preparada para morir. Antes de eso, le había pedido a Su Yu que se olvidara de ella con el casquillo de bala que él le había dado. Podría ser una forma de liberación para Huo Mian, pero para Su Yu era una cruel petición. Incluso ahora se angustiaba al recordar lo que había pasado.
—No lo haré. Si quieres recordarme, solo recuérdame —Huo Mian ya no actuaba de forma egoísta porque ahora entendía lo que Su Yu sentía por ella.
—Adelante, termina tu comida. Se enfriará —Su Yu cambió el tema. Luego sonrió y volvió a comer.
