Song Yishi sonrió.
—Sra. Qin no sea tan severa, tal vez él tenga trabajo que hacer.
—¿Trabajo? ¿Qué clase de trabajo? Apuesto que va a ir a buscar a su... —La Sra. Qin pudo llegar a decir "pequeña zorra", porque Song Yishi la detuvo inmediatamente.
—Si no estás en mucho apuro, ¿por qué no cenas con nosotros? Le preparé a la Sra. Qin algunos croissants, y están ricos. ¿Te gustaría probarlos?
Al escuchar la invitación sincera de Song Yishi, Qin Chu se sintió algo incómodo. Él quería rehusarse, pero su madre ya había empezado a mandonear a la criada.
—¿Qué haces ahí parada? Cenemos, el joven señor está hambriento.
—Sí Sra. Qin.
Y así es que Qin Chu fue obligado a cenar en casa. Song Yishi cocinaba muy bien, había vivido fuera por tanto tiempo, que se le daba muy bien preparar comida occidental.
—Shi, tus padres regresarán pronto, ¿no?
—Sí, en un par de días.