Piérdete...
Con esa frase, Han Yufan se sobresaltó. Tangning nunca le había hablado así, especialmente desde tan alto. Han Yufan se sintió como un payaso: revelando el lado más humillante de sí mismo para Tangning. Aunque sin saberlo, estaba orgulloso de sí mismo y pensaba que era invencible.
Lo que más le costaba aceptar era admitir que la había llamado puta. Sin embargo, parecía que esa palabra había rebotado en ella y lo había golpeado a él en toda la cara, ocasionándole un dolor insoportable.
Han Yufan quería tomar represalias, pero al ver la mano de Mo Ting entrelazada con la de Tangning, abrió la boca y no le salió ninguna palabra. Todo lo que pudo hacer fue levantarse del suelo sin poder hacer nada y salir del restaurante frente a la mirada divertida de todos.