No pasó mucho tiempo antes de que Ling Lan llegara a la ubicación de la misión. Francamente, si no mirabas de cerca, sería imposible ver dónde estaba, porque toda la calle Meka estaba llena de gente. El suelo no era visible sin importar qué extremo mirabas. Sin embargo, los ojos de Ling Lan eran agudos. Se dio cuenta de que, en la entrada de una tienda en particular, los niños estaban alineados y entrando de uno en uno, por lo que supo que había encontrado el lugar correcto.
Ling Lan no optó por saltar, porque sospechaba que, si intentaba cortar la línea en ese momento, definitivamente incitaría a la furia de la multitud. Si eso sucediera, no importaba cuán experta fuera en la lucha, de igual manera sería golpeada por todos los estudiantes, como una rata cruzando la calle. Así que se acostó en el techo y miró por encima de los aleros para mirar hacia abajo. Como ella esperaba, el tercer piso tenía ventanas.
