O la Iglesia está escondiendo algo o la monja está mintiendo.
Isabella no podía pensar en una razón para que las monjas inventaran un pedido. Después de todo, fueron abandonados y descartadas. A juzgar por su pálida y demacrada mirada, supuso que probablemente una quincena más de hambre, las mataría a todas.
Pero si la Iglesia mentía, ¿qué iban a hacer recordando a todos los miembros, a Hermes y dejando a la Escalera de Nubes y la Antigua Ciudad Santa sin vigilancia?
Tratando de dejar de lado sus especulaciones, Isabella miró a la monja líder y le preguntó: —¿Cuál es tu nombre?
—Soy Qiu, Su Santidad.
—¿Nunca pensaste salir de aquí?
—¿Qué? ¿Por qué? —La monja parecía sorprendida.