El corazón de Lorgar se hundió ante la mirada sin escrúpulos de Roland.
Ella sabía cómo era. Antes en Ciudad Hierroarena, había escuchado que muchas personas a espaldas de ella secretamente la llamaban con sobrenombres como "monstruo licántropo", "medio hombre", o "la abandonada". Temiendo que estos apodos lastimaran la autoestima de la tercera hija del jefe, nadie se había atrevido a hablarle directo, de esa manera.
Pero actualmente no estaba en Ciudad Hierroarena y ya no era la princesa protegida por el clan Wildflame, por lo que tuvo que enfrentarse a estos comentarios venenosos por cuenta propia.
—¿Son tus orejas... y la cola… ambas, reales? —El jefe dudó por un largo tiempo antes de finalmente soltarlo —. ¿Tienes que usar el poder mágico para mantener esta forma, o se han convertido en parte de tu cuerpo?