Cuando Roland se perdió en sus pensamientos, García no pudo esperar más.
—He respondido tu pregunta. Ahora, quiero escuchar tu respuesta.
—Ah, sí, me uniré a la asociación —dijo, aunque le tomó unos segundos responder.
—¿Qué? —Ella parecía sorprendida.
—Estoy dispuesto a unirme. ¿No es eso lo que estás pidiendo? —preguntó y extendió las manos.
—Sí... Es que estaba pensando que tú...
—¿Pensaste que me arrepentí? —Se rio entre dientes —. Realmente me fui de compras con mi pariente por la tarde. ¿Por qué no puedes confiar en mí? ¿Pero puedo postularme para unirme a la asociación ahora? Dijiste que el mayor es el árbitro.
García miró a Roland durante bastante tiempo con una mirada seria, como si ella estuviera discerniendo si esta solicitud era sincera o no. Después de eso, negó con la cabeza y explicó: