La noche no era el mejor momento para el combate.
El sol y la luna se volvieron invisibles durante los Meses de Demonios. Pequeñas luces se veían esparcidas en el desierto agitado, trazando débilmente la curva de colinas de arena. El área en la que la luz no pudo penetrar era, en contraste, un tono oscuro.
Dada la pobre condición lumínica, las antorchas se convirtieron en una necesidad para atacar o defender.
Cuando brotes de fuegos surgieron aquí y allá en dirección al oasis, Danny pulió su clip, lo deslizó en el puerto de carga y echó a correr.
—Atención, los enemigos están llegando.
—Los vi.
Primero imitó la voz de Malt y luego se respondió a sí mismo.
De esta manera, podía fingir que Malt todavía estaba luchando a su lado como su protector, aunque Malt ya no era miembro del equipo de francotiradores.