A pesar de que caminar en los bosques los frenó, fue un buen viaje.
Tres días después, Yorko se encontró con un equipo de soldados de Castillogris a pocos kilómetros de distancia de la frontera. Estaban patrullando por el camino. Llevaban uniformes de cuero marrón únicos con largos rifles de metal en la espalda, que a Clive le mostraban sus identidades.