Al oír las noticias, Roland se sorprendió.
Corriendo tras Hoja, ni siquiera podía intentar interrogarla hasta que llegaron al patio trasero del castillo. Cuando salió del castillo, vio que Rayo arrastraba a dos demonios muertos en la espalda de Maggie.
—¡Su alteza, mire, ganamos! —exclamó. Al ver al príncipe, la niña saltó directamente a los brazos de Roland. —¡Derrotamos a los demonios!
—¿Nadie está herida? —preguntó Roland.
—No, todo el mundo está bien —respondió Rayo levantando la vista, sus ojos brillaban de entusiasmo y esperanzas de alabanza. Su movimiento metafórico de la cola fue con emoción.
Roland suspiró. Ver su mirada de pura alegría lo hizo reacio a señalar sus irresponsabilidades. Entonces, en lugar de preguntar por qué nadie había informado haber visto a los demonios, decidió hacer preguntas.
—Me alegra que no haya heridos, pero ¿qué acaba de suceder exactamente?