Anna asintió. Ella estiró el Fuego Negro en un hilo, que suavemente llegó a la columna de cristal.
Las brujas inconscientemente contuvieron el aliento. Entonces vieron un humo verde que se elevaba en el lugar donde el Fuego Negro tocó el pilar. Sin embargo, ese no era el color del humo en sí, sino un reflejo de la luz del Fuego Verde.
El Fuego Negro penetró en el cristal.
—¿Cómo es? —preguntó Tilly.
—Es un poco difícil, pero puedo abrirlo —respondió Anna.
De repente, ocurrieron cambios en el ataúd congelado. Con un sonido crujiente, unas pocas grietas aparecieron alrededor del área donde el Fuego Negro penetró. Parecía como si toda la columna estuviera cubierta de telarañas. Casi al mismo tiempo, Shavi levantó un escudo para proteger a todas las brujas.