Después de que Tilly salió de la oficina, Roland dejó escapar un largo suspiro.
Obviamente, hablar sin sentido de una manera seria frente a una persona inteligente era algo muy estresante, especialmente cuando tenía que mantener una expresión seria y sincera en todo momento. Afortunadamente, el informe de Ruiseñor le dio un respiro oportuno: las brujas de la Isla Dormida habían regresado al castillo, y Roland lo usó como una excusa para terminar la conversación que acababa de pasar.
—¿Cómo fue hablar con tu hermana menor bruja? ¿Hubo un sentimiento especial? —preguntó Ruiseñor, se dio vuelta y se sentó a la mesa, desde ahí miraba al príncipe.
Este último respondió con mal humor y una mirada de desdén.
—¿Sentirse fuertemente presionado es considerado un sentimiento especial?
—Pensé que sería una reunión emocional. —dijo ella y curvó sus labios.