No sentía un sol así de cálido hace mucho tiempo.
García se paró en un jardín y respiró hondo. Olía a romero en la suave brisa.
Incluso con los ojos cerrados, sabía que no estaba en el Reino de Siempreinvierno. Ese lugar no tenía nada excepto los vientos fríos, el suelo congelado y la pata de caballo sin olor, y el patio trasero del castillo estaba constantemente lleno de hedor de la salchicha y la carne colgaba que hasta secarse. Este lugar obviamente tampoco era su Puerto de Aguasclaras. Los vientos aquí no eran húmedos ni salados, y ella no podía escuchar ningún sonido de las olas del mar en la playa.
Debe ser el patio trasero del palacio de Castillogris, pensó.
Sin embargo, cuando abrió los ojos, descubrió que era algo diferente del lugar que recordaba.
