La cuarta era Sylvie.
Roland se sintió un poco incómodo frente a esta bruja, no porque Ruiseñor decía que Sylvie mentía mucho, sino porque él se había acostumbrado a los diversos halagos y rumores exagerados, y no había mucha gente directa, aparte de la familia inmediata y unos pocos buenos amigos en la sociedad moderna.
Simplemente sintió que no tenía dónde esconderse delante de ella, y lo peor era que sabía que no era una ilusión, ya que la visión sin ninguna barrera era realmente su habilidad, y la ropa que él llevaba puesta no era nada para ella con sólo pensarlo. Roland en un movimiento inconsciente cambió su posición sentada y cruzó las piernas, mientras suspiraba para sí mismo por no tener la misma habilidad.