Después de que la cesta colgante cayera al suelo, una bruja, que parecía tener unos 30 años y tenía el pelo rojo cayendo hasta su cintura, salió de la cesta y avanzó—Hola, bienvenido a Border Town. Soy Wendy— Luego miró a Cenizas con una alegre sonrisa. —Me alegro de que también estés aquí.
¿Es ella la bruja que mencionó Cenizas? Parece que se conocen desde hace mucho tiempo, pensó Sylvie, mirándolas.
—Hola, soy Anna—Los ojos de Sylvie se iluminaron cuando vio sus ojos azules, que eran tan puros como el agua del lago. Además, estaba aún más sorprendida por su poder mágico: fuerte, potente y casi impecable. Un cuadrado hecho de negro, blanco y gris giró lentamente e incluso cambió el rastro de la magia desde todas las direcciones.
¡Qué increíble poder! Era la primera vez que Sylvie veía una magia tan opresiva.
—¡Hola, soy Rayo!—Era la niña que había estado volando junto a la cesta colgante. Entonces Maggie cayó sobre su hombro diciendo—¡Coo, coo!
