En estos días, Theo pasó su tiempo en la posada de Ciudad Interior esperando ansiosamente la respuesta de Ciudad Fronteriza.
El alto muro de Ciudad Interior dividió la ciudad del rey en dos mundos diferentes. Había un control estricto al entrar y salir. Ya sea que fueran nobles o comerciantes, todos debían ser revisados en una pequeña habitación en la entrada, y si tenían algún signo de enfermedad, como fiebre, enrojecimiento o manchas negras, no se les permitiría entrar. Si Theo abandonaba el área de Ciudad Interior, tendría que regresar por la noche, o de lo contrario, una vez que se pusiera el sol, la puerta se cerraría y pasaría la noche afuera.