Para la mayoría de las personas, era una noche rara de descanso y relajación.
A pesar de que la isla flotante de los Demonios se estaba moviendo constantemente hacia Hermes, el Rey de Amanecer aun no podía ver esta escena. Estar a una distancia de la línea del frente daba a todos una breve sensación de tranquilidad, especialmente cuando deberían ir al campo de batalla al día siguiente. Cuando los soldados tenían que separarse para llevar a cabo sus diversas misiones, la serenidad se volvía aún más preciosa.
Cuando Andrea entró en el patio de la familia, Horford ya estaba allí esperándola.
—Bienvenido a casa, hija.