Roland ordenó al Primer Ejército practicar al menos dos veces por semana, pero nunca intentaron marchar por la noche.
Marchar por la noche sería peligroso. Serían fácilmente atacados por bestias salvajes y serpientes sin poder ver el camino claramente. Además, sería fácil perder el rumbo y perderse, mientras que la antorcha atraería a las bestias salvajes. Por eso Roland tuvo que esperar hasta el día siguiente al amanecer para que la tropa marchara y siguiera al ejército del duque.
Para asegurar el éxito de este plan, el príncipe Roland decidió seguir al Primer Ejército en persona. Por supuesto, optó por quedarse en Pequeño Pueblo en lugar de montar a caballo en caminos llenos de baches.