Scroll golpeó la puerta y alguien respondió rápidamente:
—Entra.
Al entrar en la habitación, vio a Anna sentada en una mesa junto a la ventana, donde estaba leyendo un libro grueso. El sol entraba, alargando su silueta. Sus suaves mejillas y su delicado cuello se veían justos bajo el reflejo del sol, y su cabello castaño, que cubría sus hombros, casi parecía dorado.
Después de llevarse bien con ella durante una semana, Scroll básicamente tomó el temperamento de Anna como lo que era: una persona directa, honesta, firme y tranquila, especialmente estudiosa... En resumen, era difícil encontrar un civil que tuviera un alma pura y pacífica como Anna.
—¿Vas a jugar al juego de cartas? —preguntó desplazando un taburete y se sentó junto a Anna.