—¡Achú!
Cuando Lorgar salió de su cálida cama, sintió un dolor sordo y palpitante en ambos lados de su cabeza. Ella golpeó sus labios, aún siendo capaz de probar el sabor remanente del licor de fresa entre sus dientes.
Parece que... tengo resaca otra vez.
Un gemido casi inaudible escapó de sus labios.
Lorgar había estado así desde que había regresado de la guerra.
Ella culpó al jefe, Roland Wimbledon, por toda su miseria.
Todas las brujas que habían participado en la guerra fueron bien recompensadas por sus servicios. Algunas recibieron docenas de dólares, mientras que otras recibieron más de cien dólares. Lorgar había recibido una remuneración de 35 dólares, lo que equivalía a unos 100 reales de oro.