—¿Por qué te ves tan serio? —preguntó sonriendo Ruiseñor. —Voy a creer lo que digas, pero deberías darme algo de tiempo para absorber la información. Nadie creería que esta pequeña cosa puede diezmar a miles de demonios, especialmente cuando vieron la sustancia real extraída por Lucía.
—¿Yo? —Roland acarició sus mejillas. Tal vez se puso nervioso cuando se dio cuenta de que se trataba de una carrera contra el tiempo que determinaría la supervivencia misma de la humanidad. —Sin embargo, tienes razón. Apenas puedo creer en algo hasta que lo he visto yo mismo.
Roland se dio la vuelta y sostuvo el pequeño "fragmento de piedra" en su mano.
Este sería el punto de partida para aprovechar el poder del uranio purificado por átomos.