—¿Qué?
Sin esperar que un ser humano débil, al que podría exprimir fácilmente hasta la muerte con un dedo, tuviera tantos muñecos del reino de los Santos en su poder, el cuerpo del Simio Ancestral se endureció. Inmediatamente se dio la vuelta para huir.
Pero con tantos muñecos del reino de los Santos persiguiéndolo al mismo tiempo, ¿cómo era posible que tenga alguna posibilidad de escapar?
¡Pi li pa la!
El sonido de puños y patadas hundiéndose en la carne sonabaestrepitosamente.
Con la experiencia que los muñecos tuvieron al tratar con la Bestia Helios de Bizancio, fueron capaces de tratar con el Simio Ancestral eficientemente.
En pocos momentos, no había ni un solo lugar ileso en el Simio Ancestral, y estaba tambaleándose al borde de la muerte.
—¡No me mates! Estoy dispuesto a ser tu bestia domada —suplicó el Simio Ancestral. En este momento, con su vida en juego, ya no podría importarle menos su dignidad como santa bestia.