—¡Pu! —Luo Qiqi casi se desmaya en el acto.
Sin embargo, con su agudo ingenio, rápidamente comprendió qué tipo de pensamientos extraños había en la mente de su maestro, y una sonrisa indefensa apareció en su rostro.
Su maestro era una persona de gran capacidad, pero a veces, sus pensamientos tendían a ser excéntricos.
—¿Xuanxuan? —preguntó Hu Yaoyao, perpleja por el extraño nombre que estaba escuchando.
Temiendo que la otra parte pudiera malinterpretar sus intenciones, Luo Qiqi respondió rápidamente: —¡Es mi maestro boticario, Zhang Xuan!
—¿Zhang Xuan? Entonces, ¿tú eres el novato que arruinó el negocio de nuestras facciones estudiantiles? —Escuchando ese nombre familiar, Hu Yaoyao de repente recordó algo, y un destello apareció en sus ojos.