De la explicación de Sun Qiang, no pasó mucho tiempo antes de que Zhang Xuan entendiera los sucesos de todo el incidente.
—No está mal, lo hiciste bien. Lo único lastimoso es que la cantidad de piedras espirituales en juego eran muy pocas. No importa qué, ¡deberían ser al menos diez mil!
Sin esperar que Sun Qiang se desempeñara tan bien, ganando tantas piedras espirituales para él a través de una apuesta, Zhang Xuan lo miró con reconocimiento.
—¡Diez… mil!
Los labios del anciano Chen se crisparon una vez más.
Seis mil eran suficientes para dejarlo tan frustrado que ya tenía ganas de suicidarse. Si la deuda fuera realmente diez mil, ya se habría escapado.
—Como tengo la apuesta, no me negaré a pagar. Sin embargo…—Dando un paso al frente, el anciano Chen apretó los dientes y dijo—. Mi fortuna total solo asciende a alrededor de tres mil piedras espirituales. Por eso…¿me puede permitir entregarlas dentro de un año?