En las profundidades de la montaña flotante en la que residía el Clan Qi, el Viejo Ancestro Qi Meng estaba sentado sobre una roca con una caña de pescar en sus manos.
Frente a él había un pequeño lago y, de vez en cuando, se podían ver peces nadando.
Qi Meng se sentó allí en silencio sin moverse en absoluto, como si fuera una estatua. Sin embargo, en algún momento, una leve sonrisa apareció en sus labios y comenzó a hablar. "Puedes preguntarme directamente si tienes alguna duda en mente. No hay necesidad de intentar sondearme".
No había nadie frente a él cuando dijo esas palabras.
¡Hu!
Pero poco después de hablar, una figura apareció de repente en la superficie del agua. Apareció tan abruptamente que parecía que se había teletransportado. Además de eso, sus movimientos no habían causado ninguna perturbación en el viento, y no se veía la más mínima ondulación sobre el agua. Era casi como si su presencia fuera sólo un producto de la imaginación.