1927
—¡No está mal! —asintió Zhang Xuan con satisfacción.
Al igual que Lu Chong, este discípulo directo suyo tenía un corazón resuelto.
Dejando todo a un lado, cualquiera que hubiera enfrentado tales dificultades probablemente ya se hubiera rendido y desesperado de por vida. Por otra parte, aunque Dan Xiaotian sabía que no estaba haciendo ningún progreso en absoluto, todavía perseveraba y absorbía energía espiritual todos los días.
¡Fue esta fuerza de voluntad la que permitió su actual logro!
Solo aquellos que se habían esforzado recibirían beneficios. No había tal cosa como un almuerzo gratis en el mundo.
—¡Maestro!
La tremenda fuerza que corría por su cuerpo y las sensaciones que finalmente sentía en su pierna izquierda hicieron que los ojos de Dan Xiaotian brillaran con lágrimas. Incapaz de contenerse más, se arrodilló y lloró.
A pesar de su excepcional fuerza de voluntad, seguía siendo un adolescente.
