—Como pueden ver, estoy perfectamente bien —respondió Zhang Xuan con una sonrisa—. En cuanto a la deidad, no necesitan preocuparse más por él.
En su camino hacia aquí, se había lavado con agua clara para limpiarse rápidamente un poco antes de cambiarse a una ropa nueva. Aunque no había sufrido ninguna herida, había sudado un poco en el curso de la batalla, y la sensación de la tela pegada a su piel le resultaba muy incómoda.
El tiempo transcurría en silencio. Pasó bastante tiempo antes de que la multitud pudiera procesar la noticia de que el joven se había librado con éxito de la deidad, y aparecieron miradas de asombro en sus rostros.
Para derrotar a una persona tan poderosa sin sufrir ninguna herida, el joven era terriblemente poderoso.