La fuerza en la sala no mostró el más mínimo indicio de misericordia. Si Zhang Jiuxiao permaneciera arraigado en el lugar, podría perder la vida.
Sabiendo que no había tiempo que perder, Zhang Jiuxiao respiró hondo y se retiró rápidamente.
¡Peng!
Encontró su espalda presionada contra la puerta. Sólo en ese instante se dio cuenta de que la puerta detrás de él había sido cerrada y sellada con múltiples capas de formaciones. Incluso con su fuerza como aprendiz del reino del corte de dimensiones, era incapaz de infligirle el más mínimo daño.
—¡Maldita sea! —Sabiendo que era demasiado tarde para esquivar, Zhang Jiuxiao movió la muñeca y respondió con un golpe con la palma de su mano.
¡Bum!
Su palma chocó con la del agresor.
¡Kacha!