¡Pu!
Una sensación de asfixia asaltó el pecho de Zhao Xingmo y volvió a chorrear sangre.
Aunque su posición como guía no era nada en el Santuario de los Sabios, en sus muchos años de vigilar a los candidatos, nunca había habido ningún genio que hubiera podido derrotarlo en el mismo reino de crecimiento.
Pero esta vez, no sólo había sido derrotado, sino que incluso estaba siendo despreciado.
La inmensa frustración que sintió lo dejó al borde de la explosión.
—Aguanta, aguanta... —Zhao Xingmo respiró hondo para suprimir esa sensación de frustración en su pecho antes de salir de la pared.
Aunque Zhao Xingmo se sintió indignado por su derrota, sólo sería más embarazoso si lo negara con vehemencia. Al menos sería capaz de conservar parte de su dignidad si la aceptara amablemente.
En ese momento, de repente, recordó los apellidos del dúo, y se le ocurrió una idea.