Una figura alta y delgada se elevaba imponente en el aire. Tenía un rostro ordinario, pero en sus ojos había un brillo que recordaba a las estrellas.
No había nada excepcionalmente poderoso en su presencia, y había mucha gente que poseía un crecimiento más fuerte que él. Sin embargo, había una presión sofocante que venía de él, dejando a la multitud sintiéndose como si estuviesen frente al poderío de los cielos.
Oponerse a él no sería diferente de oponerse al mismo mundo en el que vivían, y solo había un destino que podía salir de esa estupidez.
—Zhang shi...
—¡El director Zhang está aquí!
—¡Por fin!
Song Chao y los demás apretaron fuertemente los puños, agitados, y sus ojos enrojecieron.
La presión a la que habían estado sometidos en los últimos días era simplemente tan grande que parecía como si fueran a ser aplastados por ella.
Fue una verdadera suerte que su director hubiera llegado en ese momento.