—¡Tsk tsk tsk! —Zhang Xuan chasqueó su lengua mientras se cubría los ojos con sus manos. Era tan espantoso que ni siquiera se atrevía a mirarlo.
Era cierto que la espada de lluvia de glaciares le había seguido durante muchos años, pero ahora que había sido mancillada por la otra parte de una forma tan horrible, ¿cómo se suponía que iba a usarla en el futuro?
Sólo de pensar en el hedor, fue suficiente para que se estremeciera.
Su pobre espada de lluvia de glaciares, ¡con suerte esa pobre espada podría salir algún día de su trauma mental por este incidente!
Mientras Zhang Xuan se lamentabapor su arma, el emperador qingtiano sintió que se estaba volviendo loco.