Sin importar qué, Luo Qiqi seguía siendo su alumna. Si alguien la intimidaba, no podía sentarse de brazos cruzados.
Igual que defendería a Lu Chong y a los demás.
—Gracias. —Viendo la mirada inquebrantable en los ojos del hombre, Luo Qiqi no pudo evitar recordar la visión de este último de pie contra los muñecos de demonios del otro mundo en la cámara subterránea, y una leve sonrisa apareció en sus labios.
Hacía medio año que conocía a este hombre, y sabía qué tipo de persona era.
Por su estudiante, se enfrentaría a todo un reino sin vacilar. Por su mayordomo, era un hombre que se opondría al primer rey y a un vice director de pabellón de un Imperio Conferido. Dominativo, pero muy protector de aquellos a los que cuidaba. Sólo por eso, ella no tenía duda de que él se apresuraría a rescatarla si algo le sucediera.Y por eso ella lo amaba.