Cada formación debía tener al menos ocho puertas: la Puerta de Origen, la Puerta de Hibernación, la Puerta de Vida, la Puerta de Deterioro, la Puerta del Panorama, la Puerta de la Muerte, la Puerta Cerrada y la Puerta del Terror.
Dependiendo de la puerta que uno encontrara, se enfrentaría a un destino diferente. Quizás sería la vida, quizás sería la muerte, quizás sería el escape, quizás sería el encarcelamiento eterno.
Un movimiento en falso podría significar el fin.
Debido a esto, pocos se atrevían a moverse imprudentemente dentro de una formación. De lo contrario, ¡un paso en falso y se enfrentarían al confinamiento o incluso a la muerte!
En ese momento, había nueve puertas delante de ellos. No estaba completamente alineado con las ocho puertas, pero era seguro de que se regiría por las mismas reglas. Por lo tanto, no se atrevían a entrar en ninguna de ellas temerariamente.
