"No." – dijo Luciel.
El hombre se quedó incrédulo al escuchar al joven.
"¿Y qué sucedió? ¿La perdiste? ¿Te la robaron? Dame una buena razón por la cual no posees ninguna." – diría el guardia quien entonces tomó del hombro izquierdo a Luciel. – "Ven." – y se aparto del camino para que los que seguían esperando para entrar pudieran pasar, y en ese momento otro guardia empezó a checar a los que entraban.
"Joven, espero que entiendas que es una locura que no poseáis una Tarjeta de Identificación, aun más viajando, y mucho más viajando a un lugar tal alejado como este, dime, ¿Qué razón tienes para venir al Pueblo de Esperanza?" – preguntó el guardia seriamente.
"Yo…" – Luciel no sabía que decir, él pensaba que sí decía la verdad, el guardia le trataría como un loco.
Pero, antes de que Luciel pudiera decir algo más, dos guardias aparecieron, uno de ellos no llevaba casco ni espada, y era claramente algo joven, tal vez unos dos o tres años mayor que Luciel. Tenía el pelo de color rojizo, ojos de color café y piel clara, él otro poseía la armadura igual que la del hombre de mediana edad, pero claramente más nueva y sin rastros de batalla, solo Luciel podía ver su piel clara y sus ojos de color gris.
"¡Vicecapitán!" – gritó el más joven al llegar.
"¿Hm? Kyle, Evans, ¿Qué sucede?" – preguntó el Vicecapitán.
"Unos borrachos están haciendo desastre de nuevo en el Restaurante de las Hadas." – dijo el joven de ojos grises.
"Hm, esos desgraciados, seguramente son ese par de tontos que siempre hacen desastre allí." – dijo con un poco de enfado el guardia, quien entonces se acordó de Luciel. – "Hm… Evans."
"¿Sí?" – respondió el guardia de ojos grises.
"Llevad a este chico al Cuarto Oscuro." – dijo el Vicecapitán.
"Entendido." – dijo el guardia quien tomo el brazo de Luciel y lo empezó a jalar adentro del poblado.
Al ver a Evans llevar al chico al Cuarto Oscuro que se encontraba en el Segundo Edificio de los Guardias en el poblado, el joven guardia miró al Vicecapitán.
"Esta… ¿Esta esto bien?" – preguntó nervioso.
"Hm, ¿Por qué?" – el Vicecapitán preguntaría.
"Bueno, ya sabe cómo es Evans."
"Oh…" – dijo el Vicecapitán que recordó el comportamiento de los últimos días de Evans. – "Ya veo, es cierto, aun así, esperemos que él no haga nada precipitado, aun así, vamos, tenemos que parar a ese par de idiotas, esta vez los dejare encerrado un par de días."
"Gracias, no podíamos hacer nada ya que ellos son…"
"Sí, unos viejos guardias, que bueno que finalmente tú padre decidió quitarlos de la Guardia del Pueblo, eran unas escorias corruptas." – dijo el Vicecapitán cuando recordaba los días en que esos dos hacían a sus ansias lo que quisieran, claro, sin tocar a los más poderosos del pueblo. – "Vamos."
"Sí." – dijo Kyle. – "Aun así, sí sabe cómo es Evans.��
"Tranquilo, Evans es un tipo…"
"Brusco, ruidosos, idiota, alguien que actúa primero sin pensar."
"Bueno, es así últimamente, pero en el fondo es una persona buena, justa y que le importa la seguridad de los pobladores."
"Hm, bueno, tiene razón, él solía ser así, pero desde el asesinato de su padre a manos de bandidos…"
"Sí, eso le ha cambiado demasiado, ahora actúa con mano dura con los rufianes y aquellos que considera sospechosos…"
"Sí, realmente espero que ese joven este bien."
"Ja, ya te lo he dicho, Evans no es mal tipo."
"Pero últimamente es alguien impulsivo, si no fuera porque esos dos nos superan en poder y experiencia, o, mejor dicho, sí no le hubiera dicho que era mejor llamarlo a usted o a mi padre, él hubiera enfrentado a esos dos sujetos."
"Ah… vamos, tenemos que apurarnos y esperar a que Evans no haga algo impulsivo." – dijo el Vicecapitán que empezó a apurarse a dirigirse al Restaurante de las Hadas.